La lactancia materna en el bebé y el vínculo con el niño del mañana 

Tradicionalmente, se ha conocido que las madres son capaces de alimentar a sus hijos  con lo que la naturaleza les proporciona: la leche materna; los recién nacidos pueden sobrevivir durante los seis primeros meses de vida con este como su único alimento, asociándose al mejor desarrollo y maduración inmunológica. La leche materna, además, tiene una función protectora en la aparición de alergias cutáneas y en la disminución de la proporción de enfermedades infecciosas como neumonías, otitis media aguda y cuadros de gastroenteritis, que en este punto pueden llegar a generar un impacto en la mortalidad en un 55%, por enfermedad respiratoria aguda y enfermedad diarreica aguda. Adicionalmente, en Colombia se disminuyen los índices de desnutrición, hasta diez veces, tan sólo por recibir lactancia materna exclusiva. 

Es nuestro deber como pediatras en formación, desde la primera semana de residencia conocer la fisiología de la lactancia y, desde nuestros inicios, promover y apoyar la lactancia como una prioridad de desarrollo, además de convencer a los nuevos padres para su práctica, pues esta genera un vínculo que incluye a to- dos los integrantes de una familia. 

A nivel mundial, la desnutrición materno- infantil es la causa subyacente de más de un tercio, aproximadamente 3,5 millones de todas las muertes de niños menores de 5 años, muchas de las cuales se pueden prevenir mediante intervenciones efectivas que aborden la desnutrición en gran escala.

En Colombia existen los índices más bajos de lactancia ma- terna exclusiva, donde el abandono de la misma se da en menores de tres meses, con lo que se han incrementado las infecciones respiratorias que llegan de la mano con cepas de agentes de etiología viral que tienen un comportamiento agresivo, aumentando las tasas de mortalidad en los menores de 60 meses.. En Colombia, existen índices más bajos de lactancia materna exclusiva, que demuestran que su abandono se da en menores de tres meses, con lo que se han incrementado las infecciones respiratorias que llegan de la mano con cepas de agentes de etiología viral que tienen un comportamiento agresivo, aumentando las tasas de mortalidad en los menores de 60 meses. 

Sabemos que nuestras mejores aliadas son las fórmulas maternizadas, pero estas deben reservarse para que niños que, por condiciones maternas, tienen oportunidad de lactancia contraindicada. Recordemos que la leche materna contiene lactoferrina, que tiene acción bacteriostática sobre ciertos gér- menes ferrodependientes; lisozima, que constituye un factor antimicrobiano no específico, y taurina, que es un importante aminoácido libre de la leche materna, que el recién nacido no es capaz de sintetizar, pero que puede obtener a través de la lactancia , además de funcionar como posible neurotransmisor o neuromodulador del cerebro. 

Hay un lema bastante estridente diseñado por el Plan Europeo en 2004 que dice lo siguiente: “Si una nueva vacuna estuviera disponible para prevenir un millón o más muertes de niños, y si además fuera barata, segura, administrada oral- mente y no necesitara una cadena de conservación en frío, se convertiría inmediatamente en un imperativo público de salud. La lactancia puede hacer todo esto y más, pero necesita una “cadena caliente” de ayuda”. 

En 1992, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) pusieron en marcha la Iniciativa “Hospitales amigos del niño”, con el fin de favorecer la lactancia natural, ayudando a las mujeres a ejercer el tipo de maternidad que la propicia. Entonces es importante tener en cuenta las siguientes características: 

 

 

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