– Desde siempre ha existido un marcado interés en los profesionales de la salud por generar en la sociedad en general y específicamente en los padres de familia, una conciencia más clara y responsable respecto a la necesidad de ofrecer alimentos que brinden a los Niños, Niñas y Adolescentes (NNA), los nutrientes necesarios para que su crecimiento sea óptimo, dado que una mala nutrición no solo afecta en el componente físico, sino que trae consecuencias negativas en el desarrollo mental a mediano y largo plazo.
Sin embargo, en el contexto actual de la pandemia por el covid-19, la necesidad se ha hecho más grande y los retos más intensos, ya que el encierro, el sedentarismo y en algunos casos, el difícil acceso a ciertos alimentos, han ocasionado que la salud nutricional de los NNA se vea afectada.
Clara Rojas, Nutricionista Clínica Infantil y miembro del Comité de Nutrición de la Sociedad Colombiana de Pediatría, asegura que el panorama de la nutrición pediátrica en tiempos de pandemia ha sido todavía menos favorable: “La pandemia generó una serie de problemas de alimentación que son preocupantes y que han tenido repercusión en el aumento de la malnutrición, especialmente en la población infantil. De igual manera, la población de bajos ingresos se ha visto grandemente afectada en la seguridad alimentaria, dada la poca disponibilidad y accesibilidad de alimentos que son nutritivos”.
Y es que a pesar de que los NNA han estado más tiempo en casa, la alimentación no ha sido la mejor, según el panorama. Algunas de las causas que han amplificado el impacto negativo son: factores asociados al cansancio y agotamiento de los padres de familia, falta de tiempo e inmediatez de domicilios, y comida rápida, así como compensación con comidas bajas en nutrientes y ricas en calorías vacías, que en algunos casos papás y mamás quisieron dar sus hijos en medio del contexto tan complicado que generó el encierro.
Además, con las cuarentenas prolongadas y el aislamiento como medidas preventivas, los niños dejaron de tener de manera continua, atención en salud y por ende, no hubo un seguimiento nutricional, lo cual tuvo gran repercusión en su bienestar y desarrollo. Estos hechos se han evidenciado ahora con la reactivación de las consultas pediátricas, sacando a la luz las consecuencias tras ya casi dos años de pandemia.
Otra importante causa ha sido el sedentarismo y la alta exposición a las pantallas ya que, si bien la educación virtual fue una alternativa que permitió garantizar a los niños no interrumpir sus clases, también es cierto que hubo menos actividad física por la limitación de acceso a espacios abiertos. A eso se suma el exceso de tiempo con consolas de videojuegos, dispositivos móviles y televisores, que ha desencadenado en que los hábitos alimenticios y la salud de los NNA se vean afectados.
Al respecto, la doctora Rojas indicó que: “El encierro y las condiciones ocasionadas por la pandemia trajeron en algunos casos, un aumento en la ingesta de comidas rápidas y ‘chatarra’, así como la pérdida de rutinas de alimentación saludable. Por otra parte, también acrecentó la disponibilidad y el acceso a todo tipo alimentos no necesariamente saludables, sino por el contrario, pobres en nutrientes y ricos en calorías, de manera permanentemente durante del día, lo cual en la actualidad se ha visto reflejado en el aumento de las cifras referentes a la consulta por sobrepeso y obesidad en los NNA”. Así mismo, la especialista afirmó que las consecuencias de una mala alimentación no solo han impactado en el plano fisiológico, sino que la salud mental de la población infantil también se está viendo afectada. “Se ha observado un aumento significativo de consultas de niñas con trastornos de alimentación severos como la anorexia, ya que al pasar más tiempo en redes sociales e internet, hubo más acceso a información inadecuada sobre mitos de alimentación saludable”.
Es claro que la pandemia ha tenido un alto impacto psicológico y emocional en los niños, niñas y adolescentes, pero no podemos ignorar que esto también se traslada al plano alimenticio, ya que el encierro, el escaso contacto con otras personas y los malos hábitos alimentarios pueden conllevar a consecuencias negativas tales como:
- Trastornos de alimentación.
- Afectación en el desarrollo cerebral que conlleva a problemas de aprendizaje y de escolaridad, así como también déficit de atención, entre otros.
Como se ha mencionado anteriormente, las consecuencias de una malnutrición impactan en diferentes aspectos de la vida de los NNA, por ello es importante prestar atención a los alimentos que consumen y asegurarse de que haya un balance entre estos.
Las recomendaciones
Desde la experiencia de la Dra. Rojas, la recomendación para los profesionales de la salud es que se fortalezca la educación sobre cómo forjar una buena alimentación y así poder transmitir más conocimiento sobre lo que significa la alimentación saludable, tanto a los padres y madres como a los cuidadores, quienes son los directos responsables de los NNA.
En cuanto a las familias, la doctora indica que es necesario limitar el consumo de comidas rápidas y/o ricas en calorías vacías, ya que también se puede llegar a la malnutrición oculta, la cual es una forma de déficit por carencias nutricionales que no se hacen evidentes, dado que la contextura física del niño es normal o incluso con exceso de peso.
De igual manera, la Nutricionista Clínica Infantil da 10 consejos para lograr una alimentación sana:
1. Incluir en el mercado menús saludables.
2. Alimentación en familia.
3. Hacer partícipes a los niños en la preparación de algunos alimentos.
4. Tener rutinas y horarios de alimentación.
5. Consumir a diario frutas y verduras.
6. Consumir alimentos saludables en vez de procesados y refinados.
7. Practicar actividad física frecuentemente.
8. Garantizar la ingesta de alimentos fundamentales (frutas, verduras, proteínas, lácteos y cereales ricos en fibra, etc.), para evitar cualquier tipo de malnutrición.
9. Tener en cuenta (solo si es necesario) suplementos nutricionales.
10. Disminuir y moderar el consumo de azúcar, grasa y sal.