Un 15 por ciento del material incautado en Colombia se produce en el país.

Escenas como la de una mamá que le practica sexo oral a su propio hijo de tan solo 2 años, de menores de edad abusados por adultos y hasta de niños y niñas obligados a sostener encuentros sexuales con animales son apenas algunas de las más aberrantes que la Dijín de la Policía ha detectado en su persecución contra la pornografía infantil que se distribuye en Colombia, y hacia otros países, a través de internet.

Solo este año, las autoridades han registrado –por denuncias o trabajos propios de investigación– 339 casos verificados de este delito, cifra que supera en más de tres veces la consolidada en todo el 2014, cuando hubo 100. Incluso, de enero a diciembre del 2013 se descubrieron 70.

Para la Dijín, este incremento significativo en las cifras oficiales –tras las que se esconde un subregistro incalculable– es atribuido en parte a la sofisticación y proliferación de sistemas de distribución de este material a través de la deep web (red profunda), al que se accede solo a través de navegadores especiales.

Justamente en esta red profunda (que corresponde a un 90 por ciento del internet al que los usuarios comunes no tienen acceso) se movía Sergio Montoya Morales, capturado a comienzos de este mes en Caldas (Antioquia) y quien tenía en su poder el mayor arsenal de pornografía infantil descubierto en los últimos años en Colombia: cerca de 85.000 fotografías y más de 4.500 videos.

La ubicación de este técnico en sistemas de 27 años, que hacía parte de una red internacional, se dio gracias a una investigación conjunta de la Dijín y la agencia británica contra el crimen NCA, con la colaboración del FBI y la Interpol. Una de las principales pistas para llegar a Montoya, que se hacía llamar grindnoise1 (‘gemido ruidoso’), se dio tras la detención, el pasado 4 de marzo, del polaco Pawel Sobocki en Cheshire (Inglaterra), con quien intercambiaba material pornográfico a través de un foro oculto en la red.

La de grindnoise1 fue una de las 1.443 capturas que se han efectuado este año –al 7 de octubre– por este delito en el país, cifra que representa un aumento del 27 por ciento frente al mismo lapso del 2014. Por el delito de pornografía infantil la pena oscila entre 10 y 20 años de cárcel.

Comercio y perversión

La producción nacional de este material incautado en este y otros operativos se calcula en un 15 por ciento, y se da especialmente en Bogotá, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta y el Eje cafetero, según el coronel Fredy Bautista, jefe del Centro Cibernético de la Dijín.

“Los videos y las fotos se distribuyen con dos propósitos: fines comerciales o simples intercambios de contenido entre pedófilos”, señala Bautista. La Interpol ha identificado que por una sola fotografía pueden pagarse hasta 16 euros (más de 52.000 pesos) y por un video, hasta 63 euros (más de 206.000 pesos).

De hecho, se calcula que la pornografía infantil mueve alrededor de 10.000 millones de dólares al año, según Viviana Quintero, coordinadora de la línea de denuncia Te Protejo, de la que hacen parte el ICBF, el Mintic y Red Papaz, entre otras instituciones, y que integra la red mundial Inhope, encabezada por la Unión Europea. Esta última señala en su informe más reciente –del 2014– que los países que más reciben y distribuyen pornografía en el mundo son, en su orden, Estados Unidos, Rusia, Países Bajos, Canadá, Alemania y Francia. Así mismo, el año pasado, Inhope procesó 89.758 denuncias por material con contenido de pornografía infantil en internet, cifra que representó un incremento del 63 por ciento respecto del 2013.

Solo en Colombia hay en curso 88 investigaciones, 35 de ellas de la mano de Interpol y 5 con Europol. Así mismo, desde el 2004, la Policía ha detectado y bloqueado 14.152 páginas con este tipo de contenidos.

Videos inéditos

Una de las principales modalidades de los pedófilos que intercambian material en la deep web se da a través de foros a los que solo pueden ingresar personas con un vasto conocimiento en redes informáticas, pero con una condición especial: deben subir imágenes inéditas, según cuenta un investigador de la Dijín.

Sin embargo, una de las técnicas que más preocupan a las autoridades es la búsqueda de las propias víctimas en redes sociales como Facebook o por Skype. “Los pedófilos crean perfiles falsos y buscan cuentas de menores de edad a los que terminan contactando (modalidad de grooming). Luego se aprovechan de su ingenuidad y los convencen para que ‘jueguen’ a desnudarse y enviar las fotos por internet. Casi siempre terminan amenazándolos y extorsionándolos (sextorsión) para que sigan enviando material a cambio de no hacerlo público”, dice Quintero.

Frente al mismo tema, Carolina Piñeros, directora ejecutiva de Red Papaz, señala que los delincuentes aprovechan la ingenuidad de los menores de edad y la falta de supervisión de los padres de familia para obtener el material pornográfico. Las estadísticas de Inhope revelan que la mayoría de víctimas tienen entre 9 y 12 años (72 %). El 21 por ciento corresponde a víctimas entre 13 y 17 años y el 7 por ciento, a menores de 8 años.

No se trata de prohibir sino de educar

Aumentar al máximo el acompañamiento a los hijos en su contacto con internet, especialmente con las redes sociales, es la principal recomendación de la Dijín y Red Papaz. “No basta hacerles una sola recomendación. A los niños hay que repetirles de manera frecuente cuáles son los peligros a los que se exponen en la red, para que lo piensen antes de hacer clic”, dice Carolina Piñeros, directora de Red Papaz.

Y agrega que hay estudios internacionales, como uno divulgado por la Asociación Francesa de Pediatría Ambulatoria (Afpa), que propone la regla 3-6-9-12 como guía de educación digital: evitar las pantallas antes de los 3 años, no usar consolas de videojuegos antes de los 6 (muchas ya tienen la opción de contactar por la red a otras personas y los padres no lo saben), nada de internet sin la asesoría de un adulto responsable antes de los 9 años y acceso individual a la red después de los 12 años, pero con definición de reglas de utilización.

“Los papás tenemos una responsabilidad en el mundo real pero también en el virtual. En este último campo ellos sienten que se mueven como peces en el agua, pero no son conscientes del peligro al que están expuestos –afirma Piñeros–. No se trata de prohibir, se trata de educar en el entorno digital”.

 

Tomado de: http://www.eltiempo.com/politica/justicia/pornografia-infantil/16406238