Por: Dr. Oscar Franco
Epidemiólogo y Director del Instituto de Medicina Social y Preventiva de la Universidad de Berna (Suiza)
Los virus mutan frecuentemente y el virus del Covid-19 no es la excepción. Aunque lo hace a menor velocidad que el virus de la influenza se ha reportado que muta unas dos veces al mes en promedio. Ya se tenían reportes de la existencia de dos o tres variantes del SARS-COV-2 (virus que causa el Covid-19) y ahora (julio 2) en una publicación de la revista Cell por un equipo de investigadores de California, Harvard, Duke y el Reino Unido, se confirma la existencia de las variantes y cómo una nueva variante, la variante G, ha pasado a dominar la pandemia. Esto son buenas y malas noticias, pero en mi opinión más buenas que malas.
Mientras la variante original (D614) era la responsable de todas las infecciones en diciembre, enero y la primera parte de febrero, la variante G se reportó en enero en Wuhan con tres mutaciones. Ya específicamente la variante G614 que presenta cuatro mutaciones combinadas, se reportó por primera vez en Italia el 20 de febrero. En cuestión de días pasó a ser la variante responsable del 10% de las infecciones, en un mes ya era la variante predominante con más del 60% y desde finales de mayo más del 95% de los casos, pasando de Europa a Norte América, Oceanía, Asia y a todo el mundo con algunas excepciones (Islandia), incluso en lugares donde la variante D parecía arraigada.
¿Malas noticias?
En las últimas semanas se han visto récords en números de casos a nivel mundial especialmente en los estados del sur de Estados Unidos y en Latinoamérica. Récords que no se han acompañado con un aumento proporcional de muertes, lo que ha llevado a afirmaciones que quizás el virus se debilitó o se cansó. En esta publicación lo que se observa es que esta nueva variante es entre tres a nueve veces más infecciosa y se podría propagar más fácilmente (lo que explicaría la eliminación casi total de la variante original). Esto se confirmó al encontrarse mayores cargas virales en las muestras tomadas de nariz y garganta. Y podría implicar que estas mutaciones, aunque producto del azar, han hecho que el virus se adapte cada vez más al ser humano, alcanzando mayor éxito reproductivo y mayor supervivencia por selección natural y evolución.
¿Buenas noticias?
Las buenas noticias es que los investigadores (y otros reportes) compararon en más de 1.000 pacientes con Covid-19 en el Reino Unido y en Estados Unidos, si la infección por la variante G podría llevar a más gravedad que la variante original, la D, encontrando que no hay diferencia en gravedad. Sin embargo, estos eran casos que se contagiaron posiblemente en marzo o abril cuando las dos variantes coexistían, y si tenemos en cuenta la velocidad con la que esta nueva variante se diferenció y se propagó, debemos esperar unas semanas y vigilar de cerca la severidad de los casos de junio. Los procesos evolutivos tienden a favorecer a los virus que mejor se transmiten (éxito reproductivo), pero también a los que mejor sobreviven y para sobrevivir los virus no deben matar a su huésped, ya que lo necesitan para reproducirse y transmitirse, así que la misma selección natural favorecería una reducción evolutiva en la letalidad del virus. En mi opinión, creo que es buen argumento para ser optimistas.
Adicionalmente los investigadores reportaron que las defensas generadas para la variante original D, protegen para esta nueva variante G, así que el plasma convaleciente de los primeros pacientes podría servir también para los casos recientes. Aunque la mayoría de pruebas, tratamientos y vacunas fueron desarrolladas utilizando la variante original de Wuhan, los cambios observados entre las variantes no son tan drásticos como para sugerir grandes diferencias en las condiciones necesarias para que un tratamiento sea efectivo y quizás si para algunas vacunas pero dependiendo del método que utilicen.
Este rápido desarrollo evolutivo del virus implica una importante necesidad de mantener una vigilancia estricta en los cambios que pueda tener, y si esta variante es mucho más infecciosa (y menos o igual de grave) implicaría que 1. Llevar mascarillas, 2. Mantener distanciamiento físico y 3. Una higiene estricta, son más importantes que nunca.