La atención a la primera infancia es un componente básico de la política económica, más prioritario y más efectivo que la red de carreteras 4G o el metro.

La igualdad en Colombia se alcanza el día que el futuro de los niños y jóvenes no dependa del nivel de ingreso, la capacidad de influencia o la clase social de la familia a la que pertenecen, como sucede en la actualidad. Si se desea avanzar hacia una sociedad más igualitaria e invertir en el bienestar presente y futuro de niñas y niños, en primera instancia los de bajos ingresos y los de la población rural, una de las prioridades del posconflicto, tanto para el Gobierno como para la guerrilla, debe ser que se repartan equitativamente las oportunidades de los niños y niñas de Colombia. Esto debería preceder, por su importancia, la también justificada preocupación por la distribución, tenencia y uso de la tierra.

Un factor que es determinante para la igualdad de oportunidades es el cuidado y la atención que reciben los niños durante el embarazo y los primeros años de vida. El otro es el acceso a educación de buena calidad. Pero si se tiene en cuenta que el desempeño educativo no solo depende del acceso y de la calidad de la oferta, sino de las capacidades cognitivas y el estado emocional de los niños, y estos dependen, a su vez, de la calidad y efectividad de la atención que reciben en su primer infancia y durante el embarazo de sus madres, la variable social crítica y el foco prioritario de la política social debería ser la atención a la primera infancia en todas las dimensiones que son claves para el desarrollo futuro (calidad del entorno familiar y de la comunidad, salud, nutrición, protección, recreación y enriquecimiento interior, seguridad, acceso a educación, entre otras).

Felizmente, esas políticas que contribuyen a la mejor distribución de oportunidades futuras también son esenciales para promover la productividad y para la competitividad de la economía. El Informe Nacional de Competitividad 2015-2016 dice al respecto que “desde la primera infancia… la formación de capital humano se convierte en un factor determinante de la competitividad”. La atención a la primera infancia es un componente básico de la política económica, más prioritario y más efectivo que la red de carreteras 4G, el metro o los programas de inversión en infraestructura y movilidad de los alcaldes electos en las ciudades grandes. Ellos todavía no han entendido que a las ciudades se les cedieron rentas del Gobierno central en desarrollo de la Constitución de 1991 para que se hicieran cargo de la salud y la educación a nivel local. La atención a la primera infancia es un elemento esencial de esa responsabilidad.

El Plan Nacional de Desarrollo aspira a duplicar la cobertura de los programas de atención integral a la primera infancia, de uno a dos millones de niños, con la colaboración y activa participación de los gobiernos municipales, y a mejorar la calidad de los agentes que los gestionan. El Consejo Privado de Competitividad recomienda que se promueva el uso de recursos del Sistema General de Regalías para financiar estos programas.

No hay mejor utilización de las regalías que contribuir a eliminar los factores que impiden que todos los menores tengan las mismas oportunidades, y no solamente los que pertenecen a familias privilegiadas. Un importante trabajo de la Universidad de los Andes identifica algunos de los factores críticos que marcan las diferencias en el desarrollo de los niños durante la primera infancia, e identifica las políticas de gran impacto social y bajo costo que contribuirían a reducir estas diferencias (Raquel Bernal, María Adelaida Martínez y Claudia Quintero, ‘Situación de las niñas y niños colombianos menores de 5 años entre 2010 y 2013’, Fundación Éxito, Cede, 2015).

RUDOLF HOMMES

 

Tomado de: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/juventud-y-posconflicto-rudolf-hommes-columnista-el-tiempo/16437663