¿TIENE ALGO QUE VER LA SALUD CON la paz? o, acercando más la pregunta a lo que pasa hoy en el país, ¿hay alguna relación entre lo que se negocia en La Habana y las 118.281 tutelas por faltas a la atención en salud que se presentaron el año pasado?

Por: Saul Franco

Creo que la respuesta es sí. Y trato de explicar por qué.

En primer lugar, porque la paz y la salud son dos realidades diferentes, pero muy cercanas entre sí. La salud tiene que ver con estar-bien, con vivir-bien, con que lo atiendan a uno adecuadamente cuando se enferma, con estar tranquilo frente al riesgo de enfermarse e, inclusive, de morirse. Y la paz es eso mismo, pero no sólo para las personas sino para toda la sociedad. La paz, lo enseñaron en Roma hace más de 2.000 años, es el disfrute tranquilo de la libertad y —agregaríamos hoy— no sólo de la libertad, sino de todos los derechos. La salud es a las personas lo que la paz a la sociedad. Ambas tienen que ver con la tranquilidad. Son interdependientes, es decir: sin la una no puede darse la otra.

En segundo lugar, el polo opuesto a la paz es la guerra. Y en condiciones de guerra se desbordan la muerte, las enfermedades y la intranquilidad, que son lo contrario a la salud. Las cifras macabras de nuestra guerra lo confirman: más de 220.000 muertos, 25.077 desapariciones forzosas y 10.189 víctimas de minas antipersonales entre 1958 y 2012, según el informe del Grupo de Memoria Histórica. Hechos y cifras más recientes, como los descuartizamientos en Buenaventura y la persistencia de la violencia sexual como arma de guerra, empeoran ese cuadro de horror. No es entonces precipitado afirmar que sin paz no hay salud.

Pero, además, la atención de las víctimas de las violencias y la guerra, tanto civiles como actores armados, consume una gran parte de los recursos de personal, equipos, infraestructura y dinero de los hospitales y del sistema de salud. Muchos hospitales se han convertido en hospitales de guerra. Las urgencias debidas a las violencias, desplazan la atención de otras enfermedades y de otras urgencias médicas. La atención desplaza la prevención y el cuidado inmediato desplaza la educación en salud.

La salud ganaría muchísimo con la paz en Colombia. Si los acuerdos para el fin del conflicto armado culminaran positivamente se abrirían enormes posibilidades para una vida más tranquila, para reducir la mortalidad violenta, para volver a pensar y a atender muchos problemas de salud que se han olvidado por el imperio de la guerra, y para que en todas las regiones del país se pueda volver a vacunar y la población pueda acudir sin temores a su puesto de salud. Más aún, como dichos acuerdos serían el primer paso en el camino de construir una sociedad en paz, de lograrse estaríamos ante una posibilidad inmejorable de pensar y construir de manera concertada un sistema de salud que garantice a todos/as el derecho fundamental a la salud, y que nos permita vivir más tranquilos, ser atendidos dignamente en caso de enfermedad, y entender que la salud no es sólo cuestión de médicos, hospitales y compraventa de servicios, sino, y sobre todo, esa sensación de bien-estar y bien-vivir que buscamos y merecemos. Y que es para cada uno casi lo mismo que la paz para todos.

 

*Médico social.

 

Tomado de: http://www.elespectador.com/opinion/salud-y-paz