Editorial

Urge detener esta calamidad, porque una sociedad que mata a su infancia está perdida.

Las tragedias de los menores que en los últimos días ha tenido que presenciar este país son horrendas. Los colombianos no salimos aún de la estupefacción que ocasionó la muerte, la semana pasada, de los 4 niños Vanegas, de 4, 10, 14 y 17 años, cerca de Florencia (Caquetá), asesinados a sangre fría, al parecer por líos de tierras. Y ahora, cuando apenas estamos viendo los retratos hablados de los dos canallas que fueron capaces de cometer semejante barbaridad, surge otro episodio escalofriante.

Esta vez, en una vereda de La Vega, en Cundinamarca, el sábado pasado, Robinson Correa Hernández –un niño tan vivaz como inocente, de solo 7 años, quien se había ganado el cariño de los vecinos, a los que, montado en un caballo, solía venderles leche– fue asesinado en forma brutal. Alguien sin una partícula de humanidad, que no sabe de respeto por la vida, lo descuartizó.
“Yo no entiendo qué monstruo le pudo hacer esto”, dice José Antonio, su padre, abatido de dolor. Ni él ni nadie lo entienden ni se explican cómo pueden estar pasándonos tales vesanias, cómo se han ido incubando en nuestra sociedad engendros de tanta maldad.

Tan dolorosos sucesos obligan a pensar si son secuelas de una larga violencia que ha humedecido de sangre a esta tierra, si son enajenaciones hijas de las drogas. O si es que falta prevención constante en salud mental. Porque el hecho es que la violencia contra los niños, que deberían ser intocables, es más que alarmante.

Ante casos tan espantosos, hay que expresar solidaridad y clamar el más severo castigo para los asesinos. Que las autoridades no descansen hasta capturarlos. Pero la tarea de revisar las raíces del mal es urgente. Habrá que infundir más respeto por la vida, desde los hogares y las aulas. Porque, como si algo faltara, también hace unas semanas, en Tenjo (Cundinamarca), una mujer mató a golpes a su hija de 5 años. Y ayer, en Barranquilla, una madre dijo haberle inyectado raticida a su hijo de 4 años… ¡Qué horror!

Como lo registramos aquí, según Medicina Legal, el año pasado 1.115 menores fueron asesinados y en el 2015 hemos comenzado de la peor manera. Hay que detener esta calamidad, porque una sociedad que mata a su infancia está perdida.

 

Tomado de: http://www.eltiempo.com/opinion/editorial/los-ninos-como-victimas-editorial-el-tiempo-12-de-febrero/15234363