Es un centro especializado para menores de edad que cometen delitos. Estarían liderando motines.
La fuga de 33 jóvenes hace una semana de El Redentor, adonde son llevados los menores de edad tras ser sancionados por cometer un delito, prendieron las alarmas sobre lo que está pasando en el centro y las acciones que se toman para que esas situaciones no se repitan.
Juliana Cortés, subdirectora del Sistema de Responsabilidad Penal para Adolescentes en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), en entrevista con EL TIEMPO, aseguró que una de las fallas tiene que ver con el número de jóvenes que tras cumplir la mayoría de edad debe permanecer en el centro.
La semana pasada hubo una nueva fuga, ¿qué la originó?
En noviembre hubo un amotinamiento en El Redentor, donde los chicos quemaron un edificio y unas secciones. Tuvimos que sacarlos de ahí, hacer las adecuaciones y volverlos a pasar cuando estaba listo. El traslado se hizo la semana pasada y fue esa noche, cuando estaban allá, que 33 saltaron el muro.
¿Por cuáles delitos estaban?
Específicamente no puedo decir cuáles habían cometido ellos, pero en El Redentor la mayoría están por hurto, lesiones, personales y delitos sexuales.
También por homicidio…
Hay por este delito, pero en menor cantidad.
¿Pudieron aprehenderlos otra vez?
A tres, y a uno lo devolvió la mamá. Es decir que se evadieron 29; no se sabe dónde están.
¿Tan difícil es dar con su paradero?
La familia es nuestra primera fuente de información, pues se les involucra en el cumplimiento de su sanción, pero ellos no saben. La Policía empezó su operativo de búsqueda, pero aún no tenemos noticias.
¿Qué está fallando?
En El Redentor, y es una dinámica que se ha presentado en otros lugares del país, hay un tema complejo: hay mayores de edad. Así cumplan los 18 años, si eventualmente salen y tienen un proceso pendiente en el marco del sistema de responsabilidad penal, deben regresar. Hay una fallo estructural.
Incluso, algunos ya han pasado por centros penitenciarios y carcelarios de adultos. Ellos ya están en un proceso muy distinto al de los adolescentes. Son quienes generalmente causan los amotinamientos y quieren evadirse.
¿Cuántos de los jóvenes que están en El Redentor son mayores de edad?
Hay aproximadamente 220 hombres, de los cuales 115 son mayores. También hay 69 mujeres.
¿Quién tiene que responder por la seguridad?
La Policía de Infancia y Adolescencia debe cumplir con la seguridad perimetral del centro y cuando se presentan este tipo de situaciones complejas adentro, deben ingresar y hacer una requisa porque desafortunadamente muchos hacen armas artesanales.
¿El instituto cumple?
No es responsabilidad exclusiva del ICBF el sistema y del cumplimiento de las sanciones; esto involucra a entidades nacionales y territoriales. En materia de salud, por ejemplo, el Ministerio de Salud tiene que responder con sus obligaciones a esta población.
Y la Policía…
Si bien la Policía tiene la obligación de cumplir con la seguridad de estos centros, ellos son muy temerosos de entrar, teniendo en cuenta la población. Muchas veces no contamos con el 100 por ciento del apoyo de la Policía para contener esta situación.
¿Quién protege dentro del centro?
Los educadores.
Peligroso, ¿no?
Sí, estos son adolescentes que han tenido una vida criminal compleja. Es peligroso. Como generalmente los motines ocurren por la noche, los educadores son los encargados de contener.
Pero así está diseñado el sistema; como no es represivo sino restaurador, no se puede tener una vigilancia como la del Inpec. Por eso se habla de educadores. Pero necesitamos ayuda de la Policía en estas situaciones.
¿Qué se debe hacer?
Ya estamos en articulación con la Policía para reforzar las unidades en El Redentor. También fortalecer la intervención psicosocial, como pactos de convivencia, involucrar a las familias y hacer alianzas para llevarles actividades culturales, de recreación y deporte.
¿Qué pasa en los centros para menores?
El manejo de los centros para adolescentes es complejo por varios factores. Primero, porque algunas de las instalaciones no son aptas ni su capacidad, a pesar de que la sanción máxima es de 8 años.
A esto se suma que en algunas oportunidades la presencia de menores hace que la Policía se abstenga de intervenir, pues sus derechos pueden verse vulnerados en medio de una confrontación para evitar la fuga. Asimismo, entidades nacionales y distritales han terminado por quedar al margen de la crisis, a pesar de que en ellos también recae la responsabilidad.
El año pasado, cuando se fugaron unos 23 jóvenes de El Redentor y solo seis fueron aprehendidos nuevamente, las entidades del Distrito se reunieron con el ánimo de evaluar lo ocurrido y tomar medidas de protección, pero estas no fueron contundentes.
No es un panorama exclusivo de Bogotá, lo mismo pasa en otras regiones del país. En el Centro Valle del Lili de Cali, por ejemplo, los motines son frecuentes. Allí se registraron más de 200 fugas entre el 2013 y el 2014, según la Personería de la ciudad.
Para completar, la idea de que los menores de 18 años paguen los delitos de manera más flexible no es visto con buenos ojos por algunos sectores de la ciudadanía.
A pesar de que son estos los sitios para cumplir las sanciones privativas de la libertad con un enfoque pedagógico, los delitos son graves: han cometido desde robos de bajas cuantías hasta homicidios.
Tomado de: http://www.eltiempo.com/bogota/centro-el-redentor-para-menores-de-edad/15471162