Por: Gabriel Ortiz

Abortó el maltrato infantil en Colombia y, parece que hasta ahora el país empieza a tomar conciencia de lo que ello significa, para un conglomerado, una región, una nación, un planeta.
Se pone el grito en el cielo, porque “sorpresivamente” se descubrió que muchos niños guajiros mueren anualmente por desnutrición, por abandono, por descuido, por violencia, por corrupción y hasta por ancestrales costumbres.

La niñez tradicionalmente ha sido utilizada para lograr múltiples objetivos. Las reinas de belleza se amparan en ella para afianzar su popularidad, igual ocurre con los líderes de la comunidad, con los políticos y con la sociedad. Una caricia a un niño eleva la fama. Los niños garantizan hasta prioridad para obtener servicios.

La última disputa entre el gobierno y la oposición con el Procurador a la cabeza, fue por los niños y su sexualidad. ¿Quién ganó? Ambos triunfaron y ambos cobraron.

Los niños están igualmente en el ojo del huracán de las negociaciones de La Habana. Las Farc, se congraciaron liberando a uno, ¡uno solo! de sus menores combatientes.

Y mientras el país se escandaliza con los niños de La Guajira, centenares siguen muriendo a lo largo y ancho de esta nación, no solo de hambre. Los asesinan sus progenitores, las balas perdidas; los narcos los envician, los depravados los abusan, las mafias los utilizan para sus desafueros, otros los corrompen aprovechando su inocencia, su debilidad y su desamparo.

Igual que en La Guajira, ocurre en  Chocó,  Amazonas, en cuanta zona olvidada existe y en Bogotá. Los políticos son el motor primario de lo que ocurre a nuestra niñez. Más del 80 por ciento maneja, con sus cercanos colaboradores, los presupuestos de los programas infantiles, y casi todos esos dineros desaparecen como por encanto.

La labor encomiable del Bienestar Familiar es torpedeada por ese desangre y ese crimen que se comete contra los niños. Y cuando aparece una directora como Cristina Plazas, la desprestigian porque les corta el “chorro”.

Entre tanto, Colombia sigue impávida frente a estos crímenes que se cometen con nuestra niñez.

BLANCO: Parece que los niños gringos no quieren a Trump, según este diálogo en una escuela elemental: -quisiera poder votar, para que no salga Trump. -¿Por qué? –Porque va a construir una pared muy grande para que no podamos salir, ni entrar.

NEGRO: Los niños de Honda con rector castigado por abusador.
gabrielortiz10@hotmail.com

 

Tomado de: http://www.elnuevosiglo.com.co/articulos/2-2016-gabriel-ortiz.html-2