¿Y los niños de La Guajira, qué?

foto

En los últimos días, han sido nuevamente noticia en los diferentes medios de comunicación, nuestros niños, niñas y adolescentes del departamento de La Guajira, en especial los menores wayuu.

La Sociedad Colombiana de Pediatría (SCP) ha estado al tanto de esta problemática y siente mucha preocupación con lo sucedido. Entendemos la situación por la cual está pasando la comunidad médica pediátrica en ese departamento y por qué no, a nivel país, pues queramos o no, somos actores principales desde lo científico y técnico. De una u otra forma, este tema tiene mucho que ver con nuestro ejercicio profesional diario, pues los más pequeños de todo el país son nuestro objetivo y desvelo.

Como sociedad científica nacional hemos querido acercarnos bastante a la problemática de los niños wayuu y fue así como celebramos un convenio de cooperación para trabajar de manera conjunta y directa con el Texas Children’s Hospital, a través de su fundación y Programa de Salud y Autosuficiencia Indígena en La Guajira-SAIL. Su meta es mejorar la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones de la región, especialmente la materno-infantil.

Dentro de este programa se desarrollan actividades como el traslado de médicos y personal de salud a 172 comunidades wayuu, del área de influencia de Manaure y Riohacha, para prestar asistencia dentro una iniciativa planeada, continua y autoevaluada permanentemente, además de ofrecerles capacitación. Es una iniciativa ejemplo en la región, lo que nos permite poder entregar a la comunidad pediátrica del país algunas de nuestras percepciones y perspectivas sobre la problemática, y puntualizar algunas alternativas de intervención que creemos deberían ser visibles.

Estamos seguros y con conocimiento de causa que los esfuerzos de intervención en desnutrición infantil, principalmente en comunidades indígenas como las nuestras, no solo en La Guajira sino en otros departamentos colombianos, requieren de una aproximación integral a las diferentes causas de desnutrición y una articulación estratégica de iniciativas, públicas y privadas; frente a una problemática que impacta a toda la ciudadanía y que, lamentablemente, no se da solamente en La Guajira.

En Colombia lo dicen los estudios nacionales, el 13,2% de los menores de 5 años padece de desnutrición crónica, lo que significa un retraso en la talla para la edad y una afectación tanto en su crecimiento, como en el desarrollo físico y cognitivo; con todo lo que esto implica para una población infantil que crecerá y será el futuro, e incluso líder de estas comunidades. Como médicos pediatras tenemos claro lo que esto significa en la adultez, al no permitir por diferentes factores un desarrollo óptimo de los potenciales de nuestros menores de edad.

Hemos visualizado y puesto en práctica a través del convenio con nuestros aliados del TCH, intervenciones que desde el punto de vista pediátrico, apoyan el manejo integrado de la desnutrición aguda en niños menores de 5 años con tasas de recuperación del 74% en periodos inferiores a tres meses. Sin embargo, la sostenibilidad de cualquiera de estas iniciativas exitosas y la expansión de las mismas para cubrir a toda la población necesitada en los territorios afectados, requiere de mucho más apoyo para su implementación por parte del Gobierno Nacional, local y regional, así como de todos los actores de la comunidad.

La idea, con lo anterior, es crear y ofrecer nuevas oportunidades de empleo, construcción de infraestructura local, medidas de saneamiento básico, como la simple oportunidad de tener el agua potable disponible para todos los niños y adultos. Igualmente, tener un manejo adecuado de excretas, entre otras muchas necesidades, principalmente para la población indígena, sin que esto implique la violación e intromisión en sus costumbres y cultura.

Esperamos que todo este ‘ruido’ generado en los últimos meses y especialmente en los últimos días, dé como resultado, aún más, la visibilidad de esta situación a nivel nacional e internacional para que se establezcan mecanismos de articulación de toda la ‘lluvia’ de buenas ideas e iniciativas que están y siguen llegando a diario en pro de nuestros niños wayuu y otras comunidades indígenas del país. Asimismo, que se logre de una vez por todas la focalización necesaria en actores neutrales, muchos ya presentes en el territorio y que con el soporte del Gobierno Nacional, departamental y local, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), el sistema de salud y las sociedades científicas; y en especial, como cabeza de nuestra SCP, podamos lograr un mejor futuro para la infancia y adolescencia de La Guajira.

Estamos convencidos que los esfuerzos organizados, permanentes y alineados tanto a nivel local y regional, como nacional e internacional, podrán ser muy exitosos si de verdad y en definitiva se desprenden de una política nacional, justa, equilibrada y con cero tolerancia frente a la corrupción.

Como médicos pediatras en ejercicio que somos, debemos aclararles y recordarles a muchos actores de diferentes, tener mucho cuidado al utilizar términos y causas de mortalidad cuando se habla de desnutrición. Está ampliamente documentado que los índices de desnutrición aguda en La Guajira son altos y que esta patología o problema de salud pública, genera lo que conocemos y trabajamos a diario como una co-morbilidad (el efecto de una enfermedad subyacente en un paciente cuya enfermedad primaria es otra distinta) crítica que empeora cualquier cuadro clínico, como las enfermedades respiratorias, diarreicas, cutáneas, y puede aumentar el riesgo de mortalidad en condiciones que normalmente no matan a los menores de edad.

Vale la pena anotar en este momento, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que el 50% de las muertes de niños que ocurrieron en los países en desarrollo se debieron a problemas y co-morbilidades relacionados con la desnutrición.

Es también nuestra responsabilidad social como agremiación científica, recordar a todos los actores en cuestión, el tener muy claro y en cuenta, la diferencia entre desnutrición aguda, la cual se define como un peso bajo para la talla (< -2 con desviaciones estándar) y el retraso en talla, anteriormente denominado desnutrición crónica.

Sabemos por los estudios publicados y a través del trabajo conjunto que realizamos con nuestros aliados del TCH, por medio de su fundación y Programa SIAL, que la desnutrición crónica es muy visible en la población Wayúu, ya que un alto porcentaje tiene retraso en talla por falta sostenida de una alimentación apropiada; y por tanto, presenta un peso bajo para su edad, con todo lo que esto implica desde el punto de vista clínico y de desarrollo poblacional.

La desnutrición crónica entonces, tiende a producir adaptaciones fisiológicas y metabólicas en el niño. Sin embargo, la fase aguda es la que trae consigo grandes morbilidades y un alto riesgo de mortalidad.

Finalmente, compañeros pediatras, como SCP es un gran motivo de angustia y preocupación para todos la muerte de un niño, tanto guajiro como chocoano o de cualquier otra región del país, indígena o no indígena; sobre todo si es por causas prevenibles y evitables.

Debemos seguir trabajando en este y otros temas de la infancia colombiana, sin desconocer que por momentos sentimos esa sensación de impotencia y frustración y que a pesar de nuestros esfuerzos, aportes y llamados de atención a todos los actores involucrados, no vemos o percibimos visibilizada una política nacional coherente, permanente, juiciosa y responsable en estos importantes temas de la infancia.

No queremos con este tipo de pronunciamiento, a través de un editorial en nuestra página web o cualquier otro medio, acentuar las divisiones entre actores que tenemos. Debemos trabajar en equipo para lograr una solución duradera a un problema que lleva ya siglos. Nosotros como Sociedad tenemos una situación privilegiada para liderar el cambio necesario, que permita incorporar al pueblo wayuu y los demás grupos indígenas, quizás por primera vez, plenamente e históricamente en la sociedad colombiana.

Seguiremos trabajando en ello y buscando alianzas importantes con diferentes organizaciones tanto públicas como privadas, nacionales e internacionales, para aportar nuestro ‘granito de arena’ en este trabajo tan importante y trascendental. Continuaremos tocando puertas ante las autoridades gubernamentales y estamos listos a colaborar y trabajar en este y otros temas cuando el Estado colombiano así lo decida y quiera invitarnos a ello, mostrando resultados positivos mediante alianzas importantes.

Así, disminuiremos la mortalidad infantil, de la cual podemos decir que en la población atendida ha disminuido notoriamente, con niños en programas de atención regular y en franca recuperación nutricional, luego de iniciado el Programa y según datos y eventos que pudimos verificar en la última visita del mes de enero de 2016; a cargo de los delegados de la SCP, en un proyecto que ya cumple dos años de existencia.

 

dr

Nicolás Ignacio Ramos Rodríguez

Presidente Sociedad Colombiana de Pediatría (SCP)